El racismo constituye una de las principales amenazas para el funcionamiento
democrático de las sociedades occidentales. En la medida que un colectivo no
goza de la libertad y de la igualdad de derechos del resto, se produce una dis-
función en las instituciones y una contradicción peligrosa entre los principios de
la democracia y la realidad sociopolítica.
Expresado simplemente, el racismo sería el prejuicio contra personas de otras
razas. Pero sabemos que el concepto de raza no tiene fundamento científico:
las razas no existen, salvo como concepto imaginario. Por consiguiente, no po-
demos definir el racismo como la acción realizada contra una raza; lo definire-
mos mejor como la inferiorización de cualquier grupo social sobre el que la so-
ciedad ha construido una imagen racial. Es decir, la acción negativa de la
sociedad hacia los grupos que ha racializado.
Reglas estereotipadas son aplicadas consciente o inconscientemente para re-
bajar a los individuos. Estas reglas permiten una infundada presunción de su-
perioridad sobre el individuo y justifican cualquier sentimiento de indiferencia
hacia ellos. Todas estas actitudes, normalmente, están basadas en el miedo, la
ignorancia y la incomprensión.
3 de junio de 2015
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